Entradas populares

lunes, 22 de marzo de 2010

Crisis en la familia por explicitación de la homosexualidad de uno de sus integrantes


Crisis en la familia por explicitación de
la homosexualidad de uno de sus integrantes
Formas de presentación, informaciones indispensables, contención psicológica

por Juan Carlos Kusnetzoff

Existen numerosos tipos de acontecimientos en la vida de las personas y de las familias. De diversa clase, de diverso significado y, por supuesto, de multiplicidad de vicisitudes y resoluciones. Hay un tipo de crisis, que por la índole de la especialidad, me ha tocado ver e intentar resolver, en no pocas oportunidades. Me refiero a la crisis familiar desencadenada por la confesión, de uno de sus miembros, de su condición de homosexual.



Descripción fenoménica de algunos antecedentes prototípicos

Existen dos características polares en las familias que nos ocupan en este trabajo. La primera de ellas, es la que en el momento de la consulta, relata haber sabido "desde siempre ", que el hijo o la hija, tenía algún problema de identidad sexual, o por lo menos sospecharlo fundadamente. Casi siempre, este tipo de familias ha consultado psicológicamente desde la infancia del miembro designado, o tuvo algún tipo de asistencia en ese sentido. No pocas veces, la atención asistencial fue médica de tipo orgánico, con una especial prevalencia en lo endocrinológico.

El segundo tipo de familia, bastante más frecuente que la otra —en mi experiencia— presenta historias totalmente opuestas. El miembro familiar problema hoy, nunca dio señales de presentar trastornos de identidad sexual, e inclusive, puede haber frecuentado y tenido (o confesado haber tenido) relaciones sexuales heterosexuales. Puede haber tenido o no, asistencia médico-psicológica, pero por razones muy ajenas a los problemas que hoy presenta.

El primer tipo de familia (Familia Tipo I) presenta un cuadro familiar de prevalencia de afecciones psicosomáticas, de presentación y curso variable en el tiempo y en la evolución, y que se puede detectar, también, en la familia extensa: tíos, abuelos, etc. En algunas oportunidades, y cuando es pasible de ser investigado, pueden encontrarse historias familiares confusas en el pasado, con un personaje "raro" o alienado, disoluciones de vínculos, divorcios formales, situaciones de emigración cargadas emocionalmente en las generaciones anteriores, muerte o desaparición de algún familiar altamente significativo, y la descripción casi mítica, de algún familiar más o menos cercano que era homosexual, pero que en el momento de la entrevista clínica no es mencionado como tal, sino a través de eufemismos, rodeos diversos, cuando no directamente silenciado.

El segundo tipo de familia (Familia Tipo II) es de autopresentación "normal" (sic). No hay miembros-problema, ni en el núcleo familiar, ni en la familia extensa, o si lo/s hubo, no hay en el momento de recabar datos, asignación emocional dramática pertinente al caso de hoy. Este mismo "pattern" se repite con ligeras variantes frente a la casi ausencia de problemas a nivel corporal de otros familiares, o de la historia médica general y existen pocas fracturas o rupturas significativas de vínculos. Pueden, muchos de sus miembros, ser relativamente exitosos en las tareas que desempeñan, pero lo característico es el sentimiento general de calma y de escasas "tormentas", o emocionales, o de acontecimientos.

Caso 1. Ej. Familia Tipo I: Se trata de una familia compuesta por padre, madre y dos hijos, éstos de 26 años el varón y 19 años la joven. A la consulta acuden todos, menos la hna. menor, objeto de la preocupación e todos. Hace ya bastante tiempo que tiene compañías "raras", y últimamente ha manifestado el deseo de vivir sola, pero, en realidad, lo va a hacer, con quien es su compañera afectiva, una joven de su misma edad, con quien se conoce hace un año. La manifestación no fue demasiado sorpresiva para nadie, salvo para el padre, "porque ya lo sospechaban" (sic). Hubo largas conversaciones con el hno., quien "no entiende", e intentó varias veces presentarle amigos...

Ambos padres se culpan reiteradamente por diversos asuntos ligados a la educación, en particular cuando era niña, donde acontecieron dos períodos de separación temporaria de ambos padres. Se acusan mutuamente, de haber abandonado a los hijos. existe el antecedente de una prima lejana de la madre, también homosexual, de la cual no se sabe nada desde hace dieciséis años. El padre es diabético, obeso e hipertenso, fue internado clínicamente en una oportunidad. Tiene un hno. con úlcera gástrica. La madre tiene reumatismo poliarticular desde hace once años, y por metrorragias frecuentes, fue histerectomizada hace diez años. El hno. mayor sufrió un accidente grave a los dieciocho años, donde padeció de traumatismos múltiples, pérdida del conocimiento durante cuarenta y ocho horas, e internación durante cuarenta días.

Caso 2. Ej. Familia Tipo II: Acuden a la consulta ambos padres, sumamente ansiosos y precipitados en hablar. Hace ocho días, el hijo menor de tres hermanos, de veintiún años de edad, los reunió y les confesó "su elección de vida homosexual" (sic). Los padres ignoraban todo, nunca sospecharon nada extraño, y la información provocó un impacto emocional que lleva días: llantos y reproches mutuos entremezclados con períodos de abatimiento y rabia. No existen antecedentes de cosa similar en la familia, y, salvo las afecciones comunes, "no se sabe lo que es un médico" (sic).

Hubo un primer intento de ocultar la confesión ante los dos hermanos restantes, pero luego de los dos o tres primeros días, la información fue "blanqueada", según la propia expresión del padre.



El impacto y la respuesta

He intentado describir polarmente la tipología diferencial de estas familias, porque la respuesta al impacto de la noticia y los caminos que llevan a la resolución de los conflictos familiares, también son diferentes y pueden ser anticipados en su estructura, desde el primer momento.

La Familia Tipo I, pasados los primeros momentos, suele tener vicisitudes tormentosas. Ellas van, desde una acción motriz desenfrenada que puede durar días, a la toma de actitudes "en complot" psicopático singularmente graves.

Caso 1: Pasados los minutos iniciales de la entrevista, pregunté por la hija-problema. Me respondieron secamente que no pudo venir. Me dieron una excusa racional, y continué con el interrogatorio. Insistí luego, y se me respondió que no habría ningún problema en que asistiera, "pero más adelante" (sic). Recién en la segunda entrevista, pude saber que la convicción de que la hija estaba enferma, y, sobre todo, que había sido "raptada" por la compañera homosexual, los había determinado a "secuestrarla", obviamente mediante ardides, introducirle por vía endovenosa una sustancia hipnótica, e internarla para "hacerle una cura de sueño y curarla" (sic) en una clínica psiquiátrica de los suburbios. El padre adujo que en estos casos "hay que actuar rápido y con energía", porque luego, "ya no hay nada que hacer ", que luego, "la homosexualidad es irrecuperable" (sic).

Caso 2: La confesión de homosexualidad por parte del hijo menor, produjo una "catarata" de llantos casi continuada entre él y los padres. estos insistieron durante días, en que "seguramente, fue malignamente influenciado y convencido de tener actitudes homosexuales, por los amigos, y, sobre todo, por el terapeuta". Los trastornos que se produjeron, no pasaron de ausentarse dos días del trabajo, un insomnio pertinaz, y un fuerte auto-control forzado de la extraversión de afectos de rabia por parte del padre.



Pequeña disgresión informativa científica.

Pese a que la mayoría de los científicos, en particular la comunidad psicológica y sociológica, intenta comprender, estudiar y conceptualizar sobre la Homosexualidad, deberemos reconocer que la inmensa mayoría de la población, tiene diferentes tipos de rechazo y/o actitudes de marginación con los homosexuales. Las ideas que se tienen de ellos, están impregnadas de prejuicios y de mitos populares de diferente tipo. No es extraño encontrar estas ideas preconcebidas en personas cultas o, incluso, en profesionales de la salud.

La palabras "homosexual" deriva de la raíz griega "homo", que significa "mismo" (obsérvese que no se trata de la palabra latina "homo", que significa "hombre"). Por lo tanto, se trata de aplicar el término, tanto a uno como a otro sexo. El término "lesbiana", referido a mujeres homosexuales, hace referencia a la poetisa griega Safo, quien vivió en la isla de Lesbos, unos 600 años antes de Cristo. Los fragmentos de poesía que sobreviven hasta hoy, los escribió para otras mujeres, y están plenas de encanto, seducción estética y belleza clásica.

El término "gay" —un cuasi sinónimo del término "homosexual"— hizo su aparición "oficial" en junio de 1969, en que un grupo numeroso de homosexuales, acosados por la policía, en un bar del Greenwich Village, en New York, se rebelaron violenta y activamente. Conjuntamente con el Movimiento de Liberación Homosexual, nació el término "gay", que es un modismo del inglés que significa "alegre". EL término quiere subrayar el estilo de vida, mucho más que los aspectos génito-sexuales de la Homosexualidad. Este último término está cargado de denigración y desprecio, y usado connotativamente para descalificar.

Es importantísimo hacer conocer que, desde 1974, ya no se considera a la Homosexualidad como una enfermedad. Así lo estableció la Asociación Médica y Psiquiátrica Americana, y sólo está considerada como problema en la consulta médico-psicológica, la Homosexualidad egodistónica. 1,2

Se torna imprescindible saber que una cosa es el término científico "sexo", fuertemente biológico, y otra cosa es el término científico "género", fuertemente psico-social. Cromosómica, anatómica y hormonalmente, una persona puede ser mujer o varón (sexo) y la orientación de su deseo sexual, total o parcialmente, estar dirigida a personas del mismo sexo (género).



Intervenciones operativas principales en estas familias

Rescato algunos conceptos que se han mostrado eficaces, para con estas familias en crisis. "Crisis es el punto decisivo después del cual las cosas mejorarán o empeorarán" 3. Basado en esta definición, y a manera de premisa mayor simple, es preciso entender que la confesión de homosexualidad en el seno de un grupo familiar, da paso a una variedad grande de vicisitudes conmocionantes, y que es la oportunidad de aprender y cambiar. Los terapeutas tenemos también, nuestra oportunidad de contribuir al cambio de estas familias y lo hacemos, diferenciando —en la medida de lo posible— "crisis" de "stress".



Diferencia entre "Crisis" y "Stress"

CRISIS

Se presenta como consecuencia de un stress que presiona.

Los cambios son inespecíficos.

Estos cambios desorganizan, incapacitan, y/o inhiben para solucionar problemas con los métodos habituales para las personas o sistemas de familia.



STRESS

Es una fuerza que presiona, irrumpe y tiende a distorsionar.

Los cambios son específicos.

Lo que es estresante para una familia, puede no serlo para otra. Está en directa relación con los valores, expectativas y la naturaleza de los vínculos.

Familia I, o la "crisis estructural"

Desde el punto de vista que considera como variables las crisis y la diferencia de los diversos tipos de factores estresantes, considero a la Familia I, como encuadrada en una "crisis estructural" y la Familia II en una "crisis frente a sucesos inesperados" 4.

Las características del "factor-impacto-estresor", y, sobre todo, la respuesta del sistema, impone la categoría de "crisis estructural" para la Familia I. En efecto, la explicitación de la homosexualidad, exacerba un "pattern" pre-existente en el seno familiar, y éste es el rasgo distintivo. El factor desencadenante permanecía encubierto y "aguardaba" condiciones para aflorar. Es obvio que este tipo de familias reacciona desmedidamente en relación al factor que precipita la crisis, oscureciéndolo, haciéndolo pasar a un segundo plano y demandando un esfuerzo terapéutico poco común.

Por todo lo antedicho, es crucial el diagnóstico diferencial con el otro tipo de crisis presentado por las Familias Tipo II, puesto que la acción operativa, y sobremanera el pronóstico evolutivo, es diferente.

Para la Familia I, los aprendizajes y el aprovechamiento de las crisis —y ésta de la homosexualidad, es una de otras muchas— se tornan difíciles. "Toda la energía de la familia se va en evitar el cambio, no importa cuáles stress han de ser mal manejados en el camino" 5. Es muy probable que sea el "pattern" característico de las diferentes crisis, lo gratificante y que actúa como recompensa, el que impide los cambios y proveer soluciones más racionales. El terapeuta deberá estar advertido de lo difícil de su papel y su posición. Su situación será de clara inestabilidad, e incierto futuro. No caben aquí, actitudes voluntaristas, ni entusiásticas, y el profesional tiene una magnífica oportunidad de observar y aprender, de cómo actitudes o roles de los más destructivos, cumplen funciones de alianza o unión que resisten cualquier intento en contrario.

Familia Tipo II, o la "crisis de sucesos inesperados"

El factor desencadenante aquí —la confesión de homosexualidad del hijo menor— cae a manera de "un balde de agua fría". La crisis es desencadenada por un suceso explícito, único, específico y vivido como extrínseco. Aquí la familia, luego del impacto inicial, se une. el factor traumático es asimilado rápidamente y su metabolismo corre por cuenta de todos. El suceso no registra antecedentes en el seno del grupo, no podía de manera alguna ser anticipado y no cabían ni caben, actitudes de "prevención" de algún suceso similar. Aquí el terapeuta tiene chances de alianza con todo el grupo familiar, procurar administrar y distribuir los recursos necesarios y, sobre todo, mantener la familia funcionando.

Es común la aparición de reproches en monto variable, en un esfuerzo por encontrar alguien o algo que pudiese haber evitado o mitigado la crisis. Es lógico que en ese momento, se pongan "sobre el tapete", diferentes sucesos históricos o deficiencias de orden personal y familiar, a las que se les atribuye responsabilidad diversa en la crisis de hoy. En el caso de la confesión de homosexualidad, es típico el reproche de la ausencia de uno de los progenitores, en particular el padre, o la "falta de comunicación" entre los miembros de la pareja, o las actitudes "duras" o "machistas" respecto de la sexualidad en general de parte de alguno de los miembros. Sin embargo, el esfuerzo por contribuir y colaborar, predomina netamente y viejas reivindicaciones de tipo narcisístico pasan a segundo plano.



Indicaciones generales para estos dos tipos de familias, frente al mismo suceso.

Dejaremos para otra oportunidad, el examen detallado de los diversos obstáculos que se presentan al tratar estos dos tipos de familias. Nos detendremos en la atención de la crisis, frente a este suceso específico de la confesión de homosexualidad.

1) Reconocer la extrema preocupación de todos.

Este paso, tan simple y tan obvio que —aparentemente— no debería siquiera ser mencionado, suele saltearse en nombre o de la urgencia, o de un extremado cientificismo que apura los pasos de tipo cognoscitivo para informar y esclarecer en detalle.

Los miembros de la familia necesitan ser reconocidos en su sorpresa, dolor, exasperación e impotencia. Mencionar reiteradamente estos sentimientos, comprender la situación, explicitar de formas diversas que el profesional "se pone en el lugar" de los pacientes, suele aliviar, y proporciona una base fundamental para seguir adelante.

2) Identificar la resolución particular de la familia

El siguiente paso es tratar de relevar en detalle —si es que espontáneamente no lo hace la familia— qué cosa/s se ha/n hecho cuando la confesión o explicitación del problema homosexual se ha producido. Esto dará una primera noción, frente a qué tipo particular de familia nos encontramos, y cuáles son los recursos con los que contamos.

3) Información dosificada

Recién luego de cumplidos cabalmente los dos pasos anteriores, estaremos en condiciones de proporcionar información pertinente.

Esta información tiene algunos tópicos característicos, algunos de tipo general y otros estratégicos que el profesional, según el tipo de familia, según las circunstancias y según su experiencia, dosificará:

a) La Homosexualidad no es una enfermedad.

b) La Homosexualidad no es un problema orgánico, y mucho menos un problema hormonal o "glandular", así que es inútil una multiplicidad de consultas con diferentes especialistas de diferente prestigio, porque de esas consultas y los análisis bioquímicos que le realicen, surgirá un "no tiene nada", incrementando la frustración, la confusión y el dolor, entre otras cosas, por la pérdida de tiempo.

c) Alentar -al mismo tiempo, y luego de explicitar el ítem anterior- la consulta con otros especialistas, médicos o psicólogos, o por lo menos, apoyar esa determinación y que no haya señales de ningún tipo en oposición a esos deseos, que la experiencia muestra, que están siempre presentes.

d) Mostrar que es inútil salir a conseguir "una prostituta" —en el caso de los varones— o "presentarle un amigo" —en el caso de las mujeres— maniobra muy común, que forma parte del "arsenal mitológico terapéutico popular" y que tiene consecuencias nefastas para el curso ulterior de la crisis.

e) Mostrarse interesado y casi siempre preocupado —sobre todo en el caso de las Familias Tipo I— por las actitudes algo insólitas rayanas en lo violento, pero "cargadas de amor y buenas intenciones", en relación a la solución que encontraron para la explicitación de las preferencias sexuales de la hija. Lo que es válido para indicar a las familias, también lo es, casi siempre, para los profesionales. Conviene desalentar cualquier actitud omnipotente comprometedora, tal como…" Yo salvaré a esta chica de padres filicidas", o "Me constituyo en aliado del fiscal, hago loa denuncia y la rescato de las garras psiquiátricas" y cosas similares. Es preferible reformular, ofrecerse como profesional de consulta y no como profesional "a cargo del caso", como asesor externo, etc. Partimos del principio que, si los padres o la familia están allí, ya suficiente culpa tienen, y a través de ella es que nos están observando actuar. En cualquier momento, nosotros podemos caer en las garras del estereotipo destructivo y nuestra acción operativa se desvanecerá inexorablemente.

f) Si hubiera ya algún tipo de atención psicológica, ponerse a disposición de cualquier otro profesional, ofrecer teléfonos, enviar una pequeña esquela, o cualquier otra acción que muestra la voluntad de constituir una alianza "tipo red", en colaboración, y no ofrecer flancos de fisura en lo profesional, capaces de constituirse en chivos expiatorios privilegiados, que toda familia, en estas circunstancias, busca afanosamente.

g) Ofrecerse a disposición de todo el grupo familiar; pero no apresurarse a ya concertar citas, o encuentros o visitas profesionales a domicilio. Las familias estarán muy atentas y muy sensibles a estos movimientos por otra parte del asesor o terapeuta, y, entre otras cosas, sentirán que el profesional se aprovechó de ellos en un momento de debilidad o vulnerabilidad "para ganar dinero o prestigio". Además la maniobra de no apresurarse, deja espacio para la autonomía y decisión de las personas, y permite efectuar un reaseguro contra futuras deserciones de la terapia, o de cualquier diseño terapéutico efectuado.

h) Mostrarse realista con la información ofrecida, y no dejarse seducir por expresiones tales como: "¿Pero Ud. ve alguna pequeña lucecita en el túnel?" Insistir en un discreto pesimismo operativo, que lime toda idealización, se atenga a la estricta verdad científica y, sobre todo, pueda dejar la capacidad de maniobra del profesional, con una discreta posibilidad de eficacia.



REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. D. S. M. III -Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. Masson S. A. Barcelona, 1987; pág. 275 y siguientes.

2. Kaplan, H. S.: "Evaluación de los Trastornos Sexuales". Aspectos Médicos y Psicológicos. Grijalbo. Barcelona. 1985, pág. 363 y siguientes.

3. Pittman, F.: "Una teoría de la crisis familiar". Ideas acerca del stress y de los obstáculos. Sistemas Familiares Año 5 Nº 1, abril 1989; pág 75.

4. Pittman, F.: op. cit., pág. 78 y 83.

5. Pittman, F.: op. cit., pág. 83.

EL Dr. J. C. Kusnetzoff es Médico Psiquiatra y Psicoterapeuta, especializado en Sexología Clínica. Director del Programa de Sexología Clínica, del Hospital de Clínicas "José de San Martín"; Director de LUDIAS.

Este artículo fue publicado en Perspectivas Sistémicas, nº 16, Mayo- Junio de 1991.

No hay comentarios: