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sábado, 14 de febrero de 2009

LA ENVIDIA:. endemia Sampedrina




Pero que es la gente?... conozco a personas. Qué es una persona? puede ser tantas cosas... Por ejemplo conozco a uno de baja estatura con cara de sapo. Tiene un franco delirio, es fabulador, es decir, el 90 por ciento de las cosas que dice hacer son todas fantasías, delirios. Su temática siempre gira en torno al poder que tiene, a sus nuevas incursiones laborales, ligadas en el nivel de las gobernaciones, del posible manejo de cuantiosas sumas de dinero que conseguiría de la ONU, o de la UNESCO, para tal o cual ONG, que va a viajar al exterior, que tiene auto, o moto (cuando nada de esto tiene), y todo lo que refiere a los demás en mayor o menor significación siempre es mentira, pero no ingenua. Este prsonaje capta y percibe el bien o el deseo del otro y allí su producción fantástica. Es como si esperase de sus interlocutores una contundente admiración, deseo, una exclamación tipo uauhhh !!. Promueve la necesidad y el intento de hacer sentir en otros la envidia que él les tiene a ellos. Su locura genera hasta cierta ternura, pero lo que ocurre que además, y esto es lo fastidioso, es sutilmente destructivo, envidioso, lo que lo hace definitivamente siniestro. Se junto con una chica que padece un severo trastorno de la personalidad, frágil, ingenua, además de tener una familia con dinero. Este personaje tiene ese tipo de obsesiones del tipo Salieri, tan bien puestas en escena en la película Mozart. No tiene genio y sufre por el genio que los demás puedan llegar a tener o manifestar. Es un gran seductor y consigue con sus pintorescas características un inobjetable carisma que alientan personas tan o más perdidas que él, con quienes se establecen pseudos lazos encapsulados.

Ayer terminé de releer en la playa la novela genial de Süskin "El Perfume". El siniestro personaje Grenouille, entre otras lecciones muestra su profunda decepción por la gente, por el espíritu pueril de la mayoría de las personas, que en general sólo se maravilla de lo externo y desde allí experimenta su propia existencia y valora a los demás. Grenouille sabía detectar la excelencia de los perfumes ajenos y luego con magistral talento los reproducía a la perfección conquistando de esta manera una esencia ajena. Se revestía de una identidad que no le era propia, pero a costa de asesinar a sus fascinantes víctimas poseedoras de un perfume exclusivo, único, personal.

Bien, hay personas que viven obsesionadas por influenciar sobre los demás con un perfume irreal, que nada dice de sí mismos, porque como genialmente lo relata Süskin, si Grenouille no se perfumaba con lo ajeno, nadie lo percibía ya que no contaba su cuerpo de un aroma propio, no olía a nada.

En el trato cotidiano estas personas afectadas de este vacío personal tienen características viscosas ya que se adhieren al ser de los demás. Es clásico que vivan obsesivas tareas de espionaje, dependientes como parásitos que necesitan succionar el ser de los demás para tener alguna forma de aparición. Algunas personas no existen sino pueden vivir sólo por lo ajeno. Su condena una permanente carga de insatisfacción e infelicidad, claro que cuando es solo esto, estamos delante a las vicisitudes y circunstancias existenciales de cualquier ser humano. Pero lo realmente lamentable, y que ya no es propio de la existencia de todos, es ese desahogo contra la vitalidad de los demás. Es que la envidia odia el bien ajeno, no ambiciona algo igual o mejor sino que destruye para que el otro pierda. Esa es la dinámica de la envidia, la pasión por degradar y destruir el bien del otro. Este tipo de forma de ser dificilmente es permeable a elaboraciones más relajadas y felices por el genio de los demás.

En la medida que alguien "es" sí mismo tiene que prepararse de los sapos de baja estatura, de los Salieri, que están condenados al simulacro, a una envidia asfixiante, porque necesariamente van a aparecer, a merodear obsesivamente la vida de aquel.

Pero de eso se trata vivir entre "la gente".

A propósito, y ya en un plano más general, cultural, viene a mi recuerdo una frase de Enzo Ferrari que creo pertinente. Decía don Enzo algo así como que los humanos pueden ser capaces de perdonarte casi todo, excepto que triunfes.

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